¿Sienten celos los perros?

"Bruno, mi perro no deja que mi marido se me acerque.Gruñe, ladra y hasta le ha mordido.Con otros perros hace lo mismo.¿Podrían ser celos?".

Recibí este mensaje de una chica que se convertiría en mi cliente. Celos Cuando preguntamos si los perros sienten celos, los guardianes responden sin pestañear: "claro que los sienten"; muchos adiestradores contestan inmediatamente: "claro que no los sienten". La verdad es que ambos se equivocan y el error está en la superficialidad de la respuesta a la pregunta, este tema es muy profundo y tiene raíces allá en nuestros antepasados.

Cuando hay este tipo de debates sobre sentimientos y emociones que correlacionan a humanos y perros, para encontrar la mejor respuesta siempre parto de una inversión en la pregunta "¿Sienten celos los humanos?", a partir de ahí entenderé mejor en qué consiste este sentimiento tan complejo y habitualmente atribuido en exclusiva a nosotros los humanos.

Para entender el sentimiento que llamamos celos, es necesaria una breve introducción. En la historia de la evolución de la especie humana, los grupos que mejor mantenían sus lazos sociales construían grupos más grandes y cohesionados y, en consecuencia, tenían mayores posibilidades de supervivencia. Esta tesis es la que sustenta el surgimiento de la homo sapiens sobre los demás homínidos de la época, incluido el hombre de Neandertal, que vivían en grupos más pequeños y, por muy adaptados al clima europeo que estuvieran, fueron rápidamente aniquilados por nuestra especie, venida de África para conquistar el mundo. En otras palabras, vivir en grupos socialmente estables ha sido siempre el secreto del éxito humano y lo que nos ha traído hasta aquí.

Conociendo nuestra historia empezamos a entender lo importante que es el afecto de otro ser humano para nuestra supervivencia, y de ahí viene nuestro miedo a perder este recurso tan importante que es la atención de otro. El afecto de un semejante se vuelve tan relevante para nuestra supervivencia como el agua y la comida, porque sin nuestro grupo morimos como especie, ni siquiera podemos procrear y sinprocrear, terminamos.

Por lo tanto, desde el punto de vista del comportamiento, los celos son una reacción ante la pérdida, o la posibilidad de pérdida, de un recurso que se tiene en gran estima, y sólo se estima debido a nuestra historia genética, que nos impulsa a querer de forma natural todo lo que nos ha traído hasta aquí.

El ADN del perro

Volvamos a los perros. Debemos observar con la misma atención el proceso evolutivo de los perros. El proceso de domesticación de los perros es un proceso de autodomesticación; es decir, parte de los lobos que existían en la época se acercaron a los pueblos humanos y fueron evolucionando en simbiosis con nuestra especie hasta convertirse en nuestros mejores amigos. Por lo tanto, podemos afirmar que el perro moderno es fruto deY, en este sentido, los perros "llevan al ser humano en su ADN", más exactamente, llevan la dependencia del ser humano en su evolución filogenética. Así, al igual que el agua y la comida, el afecto y la atención de los humanos son una condición para la supervivencia de la especie canina. No es de extrañar que se suela decir que el perro es el único animal de lamundo que ama a otra especie más que a la propia.

¿Celos o posesión de recursos?

Es común ver perros que protegen su comida o sus territorios con bastante vehemencia. A eso le llamamos protección de recursos. El ser humano es un recurso tan o más importante que aquellos, al fin y al cabo, es quien le proporciona comida, agua, cobijo... convirtiéndose en lo que llamamos en la psicología conductista de refuerzo generalizado (como el dinero para nosotros, que compra muchas cosas pertinentes a nuestrosupervivencia). Cuando un perro defiende a sus humanos con la misma voracidad que una olla de comida, decimos que tiene posesión de recursos humanos.

Celos humanos x celos caninos

Analizando lo dicho hasta ahora, supongo que ya te habrás dado cuenta de que el ser humano siente ira y lucha por mantener sus vínculos afectivos, porque éstos son una condición fundamental para su existencia y a esto lo llamamos celos Y también que los perros sienten rabia y luchan por mantener sus vínculos afectivos, porque éstos son una condición fundamental para su existencia y a esto llamamos posesión de recursos.

Dicho esto, me parece claro que, a pesar de una diferencia de nomenclatura, perros y humanos tienen una reacción emocionalmente idéntica, variando sólo en la forma con que demuestran sus comportamientos, aún bueno, sería extraño ver a novios si morderse por ahí o a perros golpeando platos en la pared. Sin embargo, a pesar de una topografía diferente, por razones genéticas obvias, los comportamientos de ambosAdemás, se producen precisamente por la misma razón, que es la importancia de la vida en sociedad y el afecto por los demás en la evolución de ambas especies.

Es probable que nos refiramos a los celos como una posesión de recursos que ha sufrido un refinamiento cultural que los perros no tienen la capacidad de tener y que, por tanto, ha suavizado la intensidad de nuestras reacciones, que tienen en cuenta el bienestar del objeto de afecto, la opinión pública e incluso las leyes. Pero, aparte del componente cultural, desde el punto de vista del comportamiento ambos tienen la misma base evolutiva.

Siendo así, me da igual que el lector quiera llamarlo posesión de recursos o celos. El hecho es que las dos especies tienen sentimientos idénticos a este respecto, y en este sentido podemos decir que los perros sienten celos, las personas posesión de recursos, y viceversa.

Referencias:

BRADSHAW, J. Cão Senso. Río de Janeiro, RJ: Record, 2012.

HARARI, Y. Sapiens: una breve historia de la humanidad. São Paulo, SP: Cia. Das letras, 2014.

MENEZES, A., Castro, F. (2001). Los celos románticos: un abordaje analítico-conductual. Campinas, SP: trabajo presentado en el X Encuentro Brasileño de Medicina y Terapia del Comportamiento, 2001.

SKINNER, B. F. Ciencia y comportamiento humano (J. C. Todorov, & R. Azzi, Trads.) São Paulo, SP: Edart, 2003 (Obra original publicada en 1953).

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